30. El señor Gray y un intruso a la vista

Una vez afuera, Ben me hace atravesar todo el pasillo, al final, hay un gran ventanal que abre y que da a las escaleras de emergencia. 

—Vamos —dice.

—Erm… Preferiría quedarme, ¿sabes? Aún no termina mi turno.

—¡No me interesa el maldito turno, Arah, yo soy tu jefe!

—Sonaste un poco como Darth Vader, ya sabes “yo soy tu padre” —respondo con un tono más grave, después hago una breve pausa—. Mmmmm…¿Mi jefe? Me encanta ese cliché, Ben, ¿crees que después podamos también poner en práctica el del profesor-alumna? —agrego intentando sonar provocativa.

—No sé qué demonios está sucediendo contigo, Arah —dice Ben mientras seguimos bajando las escaleras—, ¿qué fue lo que te pasó mientras no estuviste aquí? &iqu

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