Capítulo 239
Renato esbozó una sonrisa leve y se encogió de hombros con resignación.

—Hugo, sinceramente, sin un avalista, no puedo hacer nada por ti.

—Son solo cuatrocientos millones de dólares; en el futuro no debería ser un problema para ti. O, si lo prefieres, podrías recurrir directamente al señor Bruno —sugirió con una mirada astuta.

Hugo negó rápidamente, sabiendo bien que su tío jamás le prestaría esa suma. La única alternativa razonable era entonces recurrir a Yadira.

—Renato, volveré en un par de días —dijo con tono resuelto antes de marcharse.

—Perfecto, sabes dónde encontrarme —respondió Renato, acompañándolo hasta la salida.

La actitud de Renato, que se mostró ajeno a la posibilidad de aprovecharse de la situación, despertó aún más confianza en Hugo.

Cuando Hugo se hubo marchado, Renato regresó al interior de la casa, subió al segundo piso y abrió la puerta de una de las habitaciones.

—Señorita Marina, Hugo ya se ha ido. ¿Cree usted que en serio acudirá a Yadira para pedirle que sea su
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