Capítulo 51

Eran las once menos cuarto cuando, vestida con una falda de cuero, leggings y zapatillas deportivas y con una bolsa de viaje colgada al hombro, llamó a la puerta de Sergio.

Tardó unos minutos en abrir, hasta tal punto que la joven iba a marcharse cuando lo hizo. Tenía el pelo revuelto y unas enormes ojeras. A los lados de su boca, unas arruguitas que esa mañana no había visto.

—¿Qué te pasa? ¿Estás enfermo?

Sergio tiró de ella y la hizo pasar.

—Sí, desesperado porque tardabas.

—Me dijiste que no viniera antes de las diez…

—Yo digo muchas cosas, no te creas ni la mitad.

Le quitó la bolsa del hombro y la tiró al suelo sin contemplaciones. Luego bajó la cara y la abrazó. El beso, cálido al principio, se convirtió en algo salvaje. Le mordió un poco el labio y Laura pensó que le había hecho sangre. Sacó la lengua para chuparla pero él la atrapó, volviendo a juguetear con ella entre sus dientes. El conocido estremecimiento de excitación que siempre experimentaba cuando él la tocaba volvió a
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