Por fin Sergio cogió los folios. Estaban muy manoseados, porque ella los había leído unas veinte veces, luego los había doblado para meterlos en el bolso y después los había sacado y desdoblado para leerlos otra vez antes de doblarlos de nuevo para guardarlos. Aun así se leían con mucha claridad.
—¿Qué es esto?
—Tú lee.
Se sentó a su lado.
—Estás temblando. ¿De verdad estás bien?
—Sí. Muy bien.
—Entonces deja de morderte el labio, que te vas a hacer daño.
—No puedo evitarlo, estoy histérica. Lee.
Sergio la miró una vez más muy intrigado y luego posó sus ojos sobre el escrito.
No entendía nada. ¿Qué significaba todo aquello? De todos modos, se puso a leer para contentar a Laura y porque a esas alturas ya estaba muy intrigado.
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He desenmascarado a muchas personas en estas memorias. Espero que, si no a la ley, porque los delitos que cometieron ya han prescrito, tengan que enfrentarse al juicio de la opinión pública. La gente sabrá quiénes y cómo son eso