Me detengo unos segundos fuera de la empresa, ya había estado aquí cuando se descubrió lo de Aníbal, espero no cruzarme con él. Cruzo la puerta y le pregunto a la recepcionista por Sergio, ella me anuncia y al instante me guía por un pasillo hasta su oficina.
La chica abre la puerta y se hace a un lado para que yo siga. Cruzo el umbral, al verme Sergio se levanta con un gesto de sorpresa.
—¡Álex!
—Sergio — saludo.
—¿Pasa algo? —me pregunta sin quitar su gesto de confusión.
Suelto una bocanada de aire.
—Me disculpo por venir así, sin anunciarme, pero esto es de vida o muerte.
Su gesto se altera un poco. Antes que vuelva a preguntar yo agrego.
»Tenías razón.
Ladea la cabeza y me mira.
—¿De qué hablas?
—Paola está en peligro.
No se mueve, no responde, pierde el color de su rostro, se aferra al borde de su escritorio y respira muy despacio. Es ahí donde entiendo muchas cosas, Sergio aún la sigue amando como a una mujer. Lo sé porque a través de sus ojos puedo ver dolor y angustia. S