Capítulo tres. Decisiones

«Alquila un vientre»

Las palabras de Archer se repitieron en la cabeza de Derrick durante los últimos días y a todas horas. Lo recordaba ahora, mientras se preparaba para asistir a la fiesta de Valeria Anderson. Estaba loco, nada lo obliga a asistir y verla con el idiota de Dylan, pero la invitación había sido extendida en presencia del señor Yamanaka, así que desairarla no era una opción. Además, de tener la puta curiosidad de lo que se traía entre manos, Valeria lo invitó por una razón…

—¿Una nueva noche con una mujer y alcohol? —preguntó Patrick al verlo bajar por las escaleras.

—Una reunión de negocios —respondió sin verlo.

­—Ya sabes lo que tienes que hacer, Derrick, por favor acepta tu destino de una puta vez y terminemos con todo esto —señaló Patrick, bebiéndose el contenido de su copa.

—¿Destino? —cuestionó Derrick—. No me hagas reír, papá, todo lo que en mi vida acontece es porque tú tienes metidas las maldit4s manos.

—No seas dramático —se burló Patrick.

Derrick apretó los puños con fuerza, sus uñas casi rompieron la piel de la palma de su mano, por la presión ejercida sus nudillos se tornaron blancos.

—Todo hubiera sido más fácil si tu madre hubiese hecho las cosas como se las pedí, pero ella te quiere al frente, así que…

—¡No culpes a mi madre por tus actos! —gritó Derrick perdiendo la paciencia.

—No diré nada más, ya sabes lo que tienes que hacer —reiteró.

Derrick pasó de él, no quería enfrascarse en una tonta discusión con su padre, nada de lo que se dijeran iba a cambiar las cosas entre ellos, así que era mejor evitarla. Ya encontraría una manera de lograr sacar a su padre por la vía legal, solo tenía que encontrar el estúpido acuerdo que su madre había firmado, pues las palabras de Patrick lo tenían confundido y sabía que esa era su intención.

Derrick apartó a Patrick de sus pensamientos, se subió al auto y salió al salón donde se llevaba a cabo la fiesta de cumpleaños de Valeria. Él miró la bolsa sobre el asiento del copiloto, era un regalo que había esperado muchos años para entregar. Sí, había sido estúpido de su parte pensar que luego de lo que le había hecho a Valeria aquella tarde en su departamento, ella hubiese querido verlo.

Él guardó la esperanza…

Mientras tanto, Valeria vigiló la entrada del salón, rogando porque Derrick no fuera el cobarde de siempre, hoy tenía una gran sorpresa para darle, demostrarle quien de los dos era el mejor.

—Deja de ver a la puerta —le susurró Zoe, acercándose a ella con una copa de champaña.

—Estoy ansiosa por verlo llegar —respondió Valeria, bebiendo un sorbo de su copa.

—Estás ansiosa por hacerle pagar lo que sucedió hace cinco años entre ustedes —refutó Zoe—. Deberías olvidarte de él —añadió.

—Fue él mismo quién dijo que nuestras familias y nuestras empresas eran enemigas. Solo le estoy dando el trato que todo enemigo merece —afirmó.

—El señor Yamanaka, está llegando —avisó Dylan, acercándose a ellas.

Valeria asintió, entregó su copa a Zoe y se preparó para recibir al japonés, al tiempo que Derrick Philips hacía acto de presencia. Sus miradas se encontraron por un breve momento, antes de que Valeria lo ignorara, mientras Derrick no pudo apartar la mirada de la mujer que un día había sido su novia…

—Pensé que tendrías más sentido común y declinarías la invitación —soltó Dylan llegando al lado de Derrick.

—¿Te molesta mi presencia? —le cuestionó él con una sonrisa burlona—. Nunca me has soportado, Dylan, pero mostrarme tu desagrado solo alienta mi ego.

­—Valeria es mía —aseguró Dylan en un bajo susurro, haciendo que el cuerpo de Derrick se tensara ante tal afirmación.

—Podrás tener su cuerpo, pero jamás su corazón, Dylan. No te confundas —gruñó.

Dylan sonrió.

—Perdiste tu oportunidad hace cinco años, mantente alejado de ella. Vete —pidió.

—Tú nunca tendrás esa oportunidad —refutó. Derrick tomó la copa de champaña que la mesera el ofreció y antes de beberla, simuló un brindis que molestó a Dylan— ¡Salud por eso! —agregó.

Dylan se alejó de Derrick, porque de lo contrario su discusión podría llegar a los puños y ese día era de Valeria, ninguno debía robarle el show.

Entre tanto Derrick siguió con la mirada a Valeria y cada vez que se encontraba con los ojos color hielo de la mujer, Derrick sentía que el corazón se le oprimía dentro del pecho.

Cuando el maestro de ceremonias les pidió pasar a sus respectivas mesas, Derrick jamás hubiese imaginado que Valeria lo sentara en su propia mesa, donde se encontraba el señor Yamanaka, Dylan y Zoe, la mejor amiga de la cumpleañera.

El descubrimiento desconcertó por un breve momento a Derrick, pero se sentó al lado de Zoe y de Kenji Yamanaka, mientras Valeria quedaba entre el japonés y Dylan, quien no perdía oportunidad para tocarle el dorso de la mano a la festejada. Marcando territorio.

«Pobre tonto».

Durante la cena, Valeria ignoró deliberadamente a Derrick, mientras entregaba toda su atención a las historias de Kenji, el japonés estaba hechizado por la mujer y no tenía ningún problema en hacérselo saber a los presentes, sobre todo, cuando se adelantó a entregar su regalo de cumpleaños.

—Espero que sea su color favorito —dijo, entregándole una pequeña caja cuadrada con una pequeña moña azul pavo.

—Estoy segura de que sí, muchas gracias —respondió ella, sin embargo, Kenji no se conformó y le pidió abrir la caja.

Valeria complació a su posible cliente y abrió la caja. Las llaves de un automóvil estaban dentro. Ella se mordió el labio.

—Señor Kenji…

—Por favor, acepte mi humilde regalo —pidió él.

Mientras tanto, Derrick apretó las manos en dos puños, pero tuvo la satisfacción de que no era el único a punto de explotar… Dylan echaba fuego por los ojos.

Un regalo como el del japonés, Derrick podría permitírselo, era el CEO de una de las constructoras más prósperas de la ciudad, pero Dylan, seguía siendo un obrero…

Derrick salió de sus pensamientos cuando Valeria se puso de pie y salió del brazo de Kenji al estacionamiento del hotel, él sin saber por qué, los siguió.

—Deberías irte —dijo Zoe en un tono más amable que Dylan.

—Debería y es lo que haré, pero mi auto está en el estacionamiento —dijo para dejar a Zoe atrás y evitarle seguir los pasos de Valeria.

La hermosa Valeria se detuvo frente a un auto del año, color azul pavo, era una camioneta lujosa y por un momento dudó en aceptarla, ella quería el contrato del centro comercial, esperaba quedarse con él y sacar a Derrick del camino, esa construcción sería el más grande de sus proyectos como arquitecta y como la CEO de la compañía.

—Hay algo más que deseo darle, señorita Anderson —dijo Kenji, llamando la atención de Valeria de nuevo.

—Usted dirá, señor Yamanaka —respondió ella con una amable sonrisa.

—Abra el auto —pidió.

Valeria lo hizo, abrió la puerta del piloto para encontrarse con una carpeta que ella reconocía muy bien, era el contrato que le había llevado el día anterior a la oficina, luego de que él se lo pidiera a sus abogados y que no había devuelto.

—Ábralo —insistió.

Valeria volvió a obedecer ¡Era el contrato del proyecto, firmado por Kenji!

—El proyecto es tuyo, Valeria, y déjeme aclarar que, esto no tiene nada que ver con su regalo de cumpleaños. El acuerdo es un trato profesional, me convenció el día de su exposición y la innovación de su proyecto. Así que, vamos a trabajar juntos por los próximos doces meses —pronunció el japonés.

Valeria le tendió la mano para agradecerle la oportunidad y por el regalo lujoso que le había dado y cuando pensó que Kenji volvería con ella al salón, el japonés se despidió y abandonó el estacionamiento.

Entre tanto, Derrick se acercó a Valeria, ella se congeló en su sitio al darse cuenta de que estaban a solas, fue un ligero desliz de su parte, Derrick ya no tenía ningún poder sobre ella.

—¿Te vas? —preguntó una vez que se recompuso.

—Me voy, pero no sin antes preguntarte ¿por qué me has invitado si me has ignorado todo el tiempo? —cuestionó.

—Me sentí obligada, pero jamás pensé que tendrías las pelotas para asistir —respondió Valeria con desprecio.

—No tenías que haberlo hecho, no somos amigos —dijo él.

—No lo somos y jamás lo seremos, Derrick.

—Bonito regalo —pronunció cambiando la conversación.

—Y es mejor lo que venía dentro, tengo el contrato del nuevo centro comercial —dijo—. Sigue participando —añadió.

Derrick asintió, lo había escuchado todo de boca de Kenji Yamanaka, así que ya no le causó impacto que se lo dijera Valeria, pero si el cómo se lo dijo.

Odio, había odio en la voz de su ex…

—Ten —dijo, extendió la pequeña bolsa de joyería en dirección de Valera. Ella lo miró como si se tratar de una serpiente venenosa y estuvo reacia a tomarlo.

—No tienes que molestarte —respondió sin cogerla.

—Tómala, no muerde —aseguró él.

—No lo quiero y no necesito nada tuyo, Derrick —pronunció, caminando en su dirección con la intención de volver al salón.

—Ábrelo cuando estés en casa y si no te gusta bótalo a la basura —refutó, tomando la mano de Valeria en el proceso.

Valeria se tensó como la cuerda de un violín al sentir la mano de Derrick sobre su brazo desnudo.

—No me toques —gruñó como si fuese una loba a punto de atacar.

—Te dejaré ir si coges el regalo —prometió.

Valeria lo tomó de mala gana, él cumplió con su promesa y la dejó marchar, ella volvió al salón de fiestas para continuar con la celebración de su cumpleaños, mientras Derrick se dirigió a su antiguo piso.

Derrick abrió la puerta y se dirigió al bar, tomo una botella de whisky mientras intentaba no recordar el pasado vivido en aquel sitio. Donde él y Valeria habían hecho el amor por primera vez y donde también se habían separado.

«Alquila un vientre»

Las palabras de Archer llegaron de nuevo a su mente, esa era una de las soluciones más rápidas para poder tener el control de la empresa y de su vida y quizás, solo quizás, él podría recuperar algo de lo que había perdido. Por lo que, tomó la decisión de seguir el consejo de su amigo, mientras Valeria dejó caer la caja de joyería sobre la cama. La cadena y el dije de un corazón partido cayó sobre la sábana. Era el regalo de Derrick.

—¡Eres un idiota! —murmuró…

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