Capítulo cuatro. Encuentro desagradable

Encuentro desagradable

Valeria salió del cuarto de baño, se vistió con una fina bata antes de dirigir su mirada a la cama, no era Dylan quien estaba con ella esa noche, sino la cadena y el dije que Derrick le había regalado. ¡Era una burla! ¡Era el firme recordatorio de lo que le había hecho cinco años atrás!

Derrick jamás dejaría de ser el hombre cruel que se había reído de ella, que se había robado su inocencia y luego había hecho alarde delante de sus amigos y el resto de la universidad, al punto que ella tuvo que mudarse y enfrentar las consecuencias de la crueldad del hombre que fingió amarla.

¡No había sido más que una maldit4 apuesta!

El enojo hizo que Valeria tomara el dije en la palma de su mano y lo apretara contra su carne hasta sentir la punta de la mitad del corazón enterrarse en su carne, haciéndola sangrar. Valeria abrió su mano y se encontró con la inicial grabada en el reverso del dije, era una “D”, por un momento ella no supo qué pensar, decir o hacer…

Entre tanto, Derrick cerró la llave y la lluvia artificial se cerró. El agua resbaló por su desnudo cuerpo hasta perderse bajo sus pies, mientras un dije muy parecido al que envió a Valeria brillaba en contraste contra su pecho.

Derrick cerró los ojos, intentando imaginar la reacción de Valeria al descubrir su regalo, él esperaba que pudiera conservarlo. ¡Tonto! ¡Idiota! Valeria jamás aceptaría nada que viniera de él, nada que le hiciera recodar su pasado.

¿En qué diablos estaba pensando cuando decidió darle aquel regalo?

Derrick no tenía ni puta idea, ni siquiera debió asistir a esa fiesta en primer lugar, pero lo había hecho, no sabía si por orgullo o por ese sentimiento arraigado en su corazón y el deseo de verla lo habían llevado a ese salón. Con frustración salió del cuarto de baño para dirigirse a su habitación, Derrick no se molestó en secarse el cuerpo, se colocó el pijama y se tiró a dormir, necesitaba dejar de pensar en Valeria Anderson de una buena vez por todas. Ella había hecho su vida y él no tenía nada que ver en ella.

A la mañana siguiente y con la decisión tomada, llamó a Acher para contarle lo que había sucedido en la fiesta, él era su único amigo, aunque de vez en cuando la cagara y en grande, pero era un fiel amigo, el único que le había quedado desde la universidad.

—Entonces, ¿lo has decidido? —preguntó Acher, mientras observaba con detenimiento el contenido ambarino de su vaso.

—Mi padre debe tener sus planes, me tiene confundido, Archer, lamentablemente no tengo acceso a los documentos que mi madre le firmó —le contó—. Papá asegura que puede nombrar como CEO a su hijo ilegitimo, pero sé que no podrá heredarle, no es su empresa, ni su fortuna —dijo.

—Lo que no entiendo es su afán por verte casado o con un hijo —mencionó Archer, antes de beber el contenido de su vaso. Él tampoco entendía las maquinaciones de Patrick Philips, lo único que le quedaba claro era que el hombre deseaba arruinar la vida de Derrick, al fin y al cabo, no era la primera ni sería la última vez que lo hiciera.

—Supongo que teme que uno de mis tantos escándalos termine salpicándole en la cara y la gente descubra su sucio secreto —señaló Derrick con cierto enojo.

Archer se movió inquieto en su silla.

—¿Sabes que será muy difícil ser un padre soltero? —preguntó Archer.

—Lo sé, pero más difícil será casarme sin ningún sentimiento, no quiero eso para mi vida y tampoco lo necesito —aseguró—. Contrataré las mejores niñeras para que cuiden de él o ella —añadió sin emoción.

Él no estaba preparado para ser padre y debía ser honesto consigo mismo, pero si era la única opción para quitarse a su padre de encima y mantener la presidencia de la compañía en su poder, lo haría.

¿Era frío al pensar así?

Sí, lo era, pero ¿Qué opciones tenía? Él ya había renunciado a mucho por mantener el negocio familiar de su madre, ahora que su padre estaba casi retirado, no podía perder la oportunidad.

—Puedo ayudarte a conseguir la información y recomendarte a dos de los mejores médicos que conozco —ofreció Archer.

Derrick asintió.

—Hazlo, que empiece cuanto antes —pidió.

Archer obedeció, esa misma tarde se puso en contacto con la gente que él consideraba eran las personas idóneas para llevar el caso de Derrick, sin contar con la discreción del caso, que estaría cien por ciento garantizada, para que nada se filtrara a los medios de comunicación.

Dos días más tarde, Derrick estaba sentado frente la doctora Lennox, una mujer de aproximadamente cuarenta años, ojos verdes esmeralda, cabello rubio, el tipo de cabello que enloquecía a Derrick.

—Señor Philips, ¿me ha prestado atención? —preguntó la doctora.

—Lo siento, estoy… un poco nervioso —dijo.

—Lo entiendo, este proceso no es tan sencillo como se considera. Realmente tiene que ser una decisión muy bien pensada —señaló Lennox.

—Lo sé.

—Muy bien, le decía que, la inseminación artificial consiste en colocar en el interior del útero de la mujer una muestra seleccionada de su semen, previamente preparada y optimizada en el laboratorio, con el fin de incrementar el potencial de los espermatozoides y las posibilidades de fecundación del óvulo—dijo—. Para aumentar las posibilidades de embarazo, también se estimulan hormonalmente los ovarios y se controla la ovulación para saber cuál es el mejor momento para hacer el procedimiento y tener éxito.

Derrick asintió a la explicación de la profesional y estuvo de acuerdo en realizarse las pruebas necesarias, él quería terminar con aquel incómodo momento cuanto antes, mientras se preguntaba quién sería la candidata perfecta para llevar a su hijo en el vientre.

La imagen de Valeria Anderson lo castigó, su mirada color hielo pareció acusarlo y él tuvo que contenerse para no dejar escapar el gemido que amenazó con dejar sus labios.

—¿Estás bien? —preguntó Archer cuando lo vio salir del consultorio, la doctora Lennox era amiga de su familia y una profesional muy confiable.

—No voy a mentirte, esto es humillante. Tuve que estar viendo películas para adultos —gruñó, mientras Archer se contuvo para no reírse en su cara.

Por supuesto que la masturb4ción era necesaria para dar la muestra de semen, pero Archer dudaba que el problema fuera ese, sino el haberlo hecho en una habitación neutra y sin ninguna mujer para estimularlo.

—Larguémonos de aquí —murmuró Derrick, Archer no lo hizo esperar y lo sacó de la clínica.

El siguiente dilema fue buscar a la candidata perfecta, Derrick había elegido a las dos últimas mujeres con las que había estado saliendo, pero solo una fue la afortunada ganadora, la mujer que más se parecía a Valeria Anderson. Victoria Owen, la última de sus conquistas.

—¡¿Te has vuelto loco?! —medio preguntó, medio gritó la mujer al escuchar la propuesta de Derrick.

—Es una buena oferta —dijo él.

—¿Soy buena para ser tu incubadora, pero no para ser tu esposa? —preguntó la mujer con indignación.

—Por favor, Victoria, los dos sabemos que este acuerdo es mucho más beneficioso para ti —expresó Derrick, deslizando el cheque con el monto que estaba dispuesto a pagarle por alquilarle su vientre por nueve meses.

Victoria casi se ahogó al ver la cifra anotada en el cheque, se mordió el labio para no gemir. La oferta era muy tentadora.

—Perderé mi figura y tendré que invertir mucho dinero en dietas y gimnasio —dijo la mujer.

Derrick haló el cheque de regreso, tachó y escribió una nueva cifra antes de deslizarlo frente a Victoria de nuevo.

—Quizás esto te sirve más —comentó.

La mujer sonrió.

—Si estás dispuesto a darme la misma cantidad el día que dé a luz, puedo hacerlo —negoció.

Eso era todo, negocios.

Derrick ni siquiera lo pensó y aceptó la petición de la mujer, llamó a su abogado para que le trajera el contrato de confidencialidad y firmó. Ahora lo tenía todo al alcance de las manos, pronto le daría a su padre lo que le pedía y se lo quitaría finalmente de encima.

“Y tendrás un niño en tus manos, una responsabilidad para la que no estás preparado”, pensó, sintiéndose un poco abrumado.

Derrick apartó aquel pensamiento de su cabeza, él podía con eso y más.

La siguiente semana pasó en un abrir y cerrar de ojos, mientras Derrick Philips se preparaba para darle vida a un nuevo ser de la manera más fría y menos tradicional que existía.

Valeria miró la hora en su reloj, estaba llegando tarde a su cita con la ginecóloga, la doctora le había cancelado dos veces esa misma semana debido a que tenía que asistir a un congreso de médicos, hasta que encontró un espacio para ella.

—Deberías cambiar de ginecóloga —le recomendó Zoe, mientras conducía a la clínica—, parece que te está haciendo un favor al atenderte, llamarte en el último momento para cancelarte no habla muy bien de ella —añadió.

—No tengo prisa Zoe, es un chequeo de rutina, nada más —señaló Valeria sin alterarse, no tenía razón para enojarse, la doctora le había explicado sus razones y ella había aceptado sus motivos.

—¿Paso por ti? —preguntó Zoe una vez que estacionó el auto frente a la clínica.

—No, llamaré un taxi o a Dylan. No quiero que corras de un lado a otro, la cita con el señor Yamanaka no puede cancelarse —dijo, bajando del auto.

—Cualquier cosa no dudes en llamar —pidió Zoe antes de poner el auto en marcha de nuevo.

Valeria caminó con prisa al interior de la clínica, estaba a pocos minutos de entrar a su cita con la doctora y lo último que deseaba era quedarse a la espera de nuevo. Sus pensamientos fueron interrumpidos al chocar contra un fuerte cuerpo. El golpe que recibió fue tan fuerte que de no ser por los brazos del hombre habría terminado en el suelo.

—Lo siento —dijo Derrick, sin darse cuenta de quién era la mujer entre sus brazos, hasta que se tensó como la cuerda de un violín.

—¡Suéltame! —gritó Valeria al reconocer la voz de su ex.

—Fue un accidente —dijo él, alejándose un paso de ella. Lo último que imaginó era encontrarse con Valeria en la clínica. Era como si el destino quisiera castigarlo de una u otra manera.

—¿Un accidente? —dijo ella con burla—. Permítame que lo dude, Derrick. Lo más probable es que me estés siguiendo, no puedes aceptar que te he ganado o tu orgullo de hombre te sigue doliendo —lo atacó.

—Ha sido un encuentro casual, no estoy siguiéndote —refutó Derrick con molestia, debido a que estaban llamando la atención de los presentes.

—Un encuentro bastante desagradable y no tengo tiempo para perderlo contigo —dijo Valeria continuando con su camino y sin esperar que la enfermera la anunciara entró a la clínica de su ginecóloga. La doctora Lennox ya esperaba por ella…

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