Él se sorprendió un poco, pero no dijo nada más. Me mordí los labios suavemente y le pregunté en voz baja:
—¿Y qué pasó esa noche de la boda?
Vagamente recordaba que, esa noche estuve esperándolo en el balcón toda la noche. En la noche de bodas, él dejó a su recién casada esposa y se fue sin preocupación. Pensé que era algo de suma importancia, me preocupaba por su seguridad y me pregunté si había algo que le molestara de mí, pero al mismo tiempo esperaba que regresara pronto a casa.
En ese entonces yo sólo tenía veintitrés años, y por casualidad me había casado con la persona que había amado en secreto por años. ¿Cómo podría no tener expectativas sobre el matrimonio y él? Pero hasta hoy me enteré de que mientras yo lo esperaba con la esperanza de que regresara, él estaba acompañando a otra mujer…
Todo esto pareció una broma cruel.
Marc no me ocultó nada, y con voz calmada me explicó:
—Esa noche Ania tuvo un pequeño accidente automovilístico y la policía me avisó para que fuera a recog