Cuando terminó la terapia y la acompañé a su casa, ya era de noche cerrada. Preocupada por si no pudiera cuidarse bien esos días, me quedé a dormir en su casa.
Al día siguiente, durante el desayuno, ella me lanzaba unas miradas bien raras.
Le pregunté confundida:
—¿Qué pasa?
—Oye, es que...
Ella titubeó un poco, luego me dijo:
—Aquella noche que Marc fue drogado… Tu celular se apagó de repente y después ya no tuve oportunidad de preguntarte sobre eso…
No entendía a qué se refería, así que le pregunté:
—¿Qué quieres preguntarme?
Ella sonrió con maliciosa y se me acercó:
—¿Aquel día tuvieron relación o no? Con esa droga, ¿fue muy energético y duradero?
Me atoré con el caldo al oír eso. Aunque ya estaba acostumbrada a su estilo de hablar, siempre lograba dejarme sin saber qué responder... Tosí varias veces fingiendo calma:
—No, no pasó nada.
Ella me entregó unas servilletas y me miró con recelo:
—¿De verdad que no?
—Claro que no, si apenas voy en el tercer mes de embarazo, ¿cómo voy