Un profundo silencio siguió a la confesión de Rosalind.
La terraza acristalada parecía haberse encogido alrededor de ellos, dejando solo un espacio donde el aire temblaba con cada respiración.
Rosalind sentía que su corazón quería escapar de su pecho, golpeando con fuerza. Sus manos se apretaban sobre la falda del vestido melocotón, sin que ella siquiera lo notara.
Donovan la observaba, inmóvil, con los ojos verdes brillando bajo la luz cálida de la terraza. No parpadeaba, y cada segundo que pasaba hacía que Rosalind se sintiera más vulnerable y expuesta, pero al mismo tiempo más atraída, más viva.
De repente, él se levantó sin decir palabra.
Tap~ Tap~
Caminó con pasos medidos y seguros, rodeando la mesa hasta situarse frente a ella. En ese instante, se arrodilló sobre una rodilla, y Rosalind abrió los ojos azules con sorpresa. Su respiración se detuvo un instante.
Él tomó suavemente su mano izquierda entre las suyas, la acarició un poco antes de besar el dorso con cariño. L