Raphael ladeó el rostro con lentitud. Sus ojos verdosos reflejaron un brillo de ironía.

—Ah… supongo que ya lo saben —murmuró, exhalando humo del cigarrillo.

—¿Es cierto lo que dicen? —preguntó Donovan, con cierta inquietud en la voz—. ¿Que tú y Beatrice están teniendo problemas?

Raphael apoyó el codo en su rodilla, giró el cigarrillo entre los dedos y sonrió apenas.

—Tú no lo entenderías —dijo con una pincelada de amargura—. Vives una luna de miel eterna con Elizabeth.

—No exageres —respondió Donovan, bajando la vista un segundo—. No todo es perfecto.

—Claro, claro~ —ironizó Raphael—. No es lo mismo en mi caso, no después de años casados y un hijo ya grande.

Donovan giró el rostro, sorprendido.

—¿De qué hablas? ¿Por qué dices eso? Beatrice es la mujer más educada que conozco. Y Alphonse… es un muchacho ejemplar. Caballeroso, inteligente, con valores. Hace poco hablé con él, está fascinado con el arte.

Raphael bufó suavemente.

—Demasiado inocente —dijo con voz baja—. Vive