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Capítulo 03: Trampa del amor verdadero.

—¿Volver? ¡No! ¡No volveré a ningún lado contigo, maldito infiel! —gritó Rosalind, forcejeando aunque era inútil.

Su jefe era un hombre alto, bastante fuerte, que fácilmente la arrastró bajo la lluvia, hasta el vehículo de él.

—¡Déjame! ¡No quiero! —grito Rosalind cuando de un empujón bruto, él la tiró en el asiento copiloto y se inclinó hacia ella colocándole el cinturón de seguridad.

—Te callas, ahora —dijo él, mientras una de sus manos la sostenía con fuerza de la mandíbula, hundiendo sus dedos en las mejillas de ella hasta dejar marcas rojas.

Rosalind se sorprendió por el comportamiento jamás visto de su amado.

Ella asintió rápidamente, con su corazón latiendo desenfrenado, y las lágrimas empapando su rostro ya mojado por la fuerte lluvia.

Alphonse Ainsworth, subió al auto y conducía con una mano en el volante, la otra aún agarrando la muñeca de su amante, como si temiera que fuera a evaporarse.

La lluvia caía a cántaros y el sonido de las gotas golpeando el coche era lo único que se escuchaba en el tenso ambiente del interior.

……

¡CLANK!

¡ALPHONSE ABRIÓ DE GOLPE LA PUERTA DEL DEPARTAMENTO!

Ese millonario, llevaba a Rosalind agarrada de la muñeca nuevamente, mientras ella caminaba tambaleante y totalmente empapada, temblando de frío.

POF~

¡Él la hizo empujada abruptamente contra el sillón largo!

—¡AH! —gritó ella al caer boca arriba.

De inmediato, Alphonse subió al sofá, encimando a su amante secreta.

—¿Dejarme? ¿Irte? ¿Crees que es así de fácil? —soltó el jefe de Rosalind. Frunciendo el ceño, su rostro estaba rojo de ira, y las venas se marcaban en su sien.

Ella temblaba de frío, de impotencia, con su maquillaje corrido manchando su rostro empapado por la lluvia y las lágrimas.

Sus labios temblaron ligeramente al separarlos, iba a hablar… Pero antes de hacerlo, él se inclinó y continuó:

—Mujer. Ya deja atrás esos pensamientos inapropiados, tú eres mía, me perteneces y eso NUNCA cambiará. Si te atreves a mencionar "fin" de nuevo, o si intentas irte sin permiso. Las consecuencias para tu vida, serán insoportables.

Rosalind frunció el ceño y levantó la cabeza haciendo contacto visual con su jefe.

La vista de ella estaba nublada por las lágrimas… Pero le preguntó a él, obstinadamente:

—¿Quién… es esa mujer?

Él arqueó una ceja, su expresión fue fría, seria.

—Es mi futura esposa, solo un matrimonio arreglado por mi familia —Alphonse se inclinó aún más hacia Rosalind. Le dio un pequeño toque en la barbilla y dijo con generosidad: —Pero te amo. El matrimonio será solo un negocio, una formalidad. Siempre serás la más especial para mí, por eso, quédate a mi lado.

«TE AMO.»

Esas dos palabras hicieron eco en la mente de Rosalind.

Las palabras que había anhelado escuchar durante tres años persistían en su mente como el veneno más dulce y mortal.

¡Él no quería elegir! ¡Lo quería todo! Una esposa perfecta en público y otra amante sumisa en privado.

¡Él quiere poseer a dos mujeres a la vez!

Un profundo y visceral asco la invadió. Se sentía tan sucia, tan ingenua, que había creído todo lo que él decía.

Su silencio, su mirada llena de un desprecio que no podía ocultar, fue la mecha que encendió la furia final de Alphonse.

—¿No tienes nada que decir? —bufó él, sacando su teléfono móvil del bolsillo con un movimiento brusco. Sus dedos pulsaron la pantalla.

Biiip~ Biiip~

El tono del timbre resonó en la habitación… En espera.

—¿Quieres que cancele ya mismo los tratamientos de tu hermano?, una llamada y ese niño se muere, Rosalind.

¡ROSALIND ABRIÓ SUS OJOS DE PAR EN PAR!

Su hermanito estaba en juego… Ese que tras el accidente automovilístico que sufrió con su madre, quedó hospitalizado.

Ese hermanito, que con la muerte de su madre en el accidente. Y tras ser abandonados de inmediato por su padre, Rosalind se vio con la responsabilidad de mantenerlo a él, a ella, y todos los gastos médicos.

¡Ella palideció! ¡Todo su coraje se esfumó de golpe al imaginar a su pequeño hermanito muriendo en un hospital!

La luz de sus hermosos ojos azules zafiros se desvaneció por completo, como si ella fuera una marioneta sin alma.

—…Lo entiendo —murmuró, su voz un hilo de aire—. No… no me iré.

Una sonrisa de satisfacción cruzó el rostro de Alphonse. Descolgó la llamada y guardó el teléfono como si nada.

Pero Alphonse no se detuvo ahí. Se inclinó y besó sus labios… Un pequeño beso que ella ni siquiera correspondió.

—Continuaremos con nuestra celebración. ¿No era lo que querías? —bufó él, como si fuera el hombre perfecto dispuesto a complacer a su mujer.

Rosalind vio como su jefe comenzaba a quitarse sus ropas… Y así mismo, de un tirón rompió su vestido y la fue dejando desnuda.

Ella no se movió. No protestó… Solo esperó… con la mirada vacía perdida en el techo y las lágrimas resbalando en silencio, a que él terminara y se marchara.

……..

Después de un rato, Alphonse se puso de pie, satisfecho, contento, altivo. Y se dirigió al cuarto de baño.

El sonido de la regadera por la puerta semi abierta resonó en el departamento.

Rosalind temblando, sintiendo náuseas por sentirse humillada, asqueada de ser tomada por un hombre que a la vez tenía a otra. Intentó ponerse de pie…

¡Pero su tobillo se dobló por el temblor en sus piernas y…!

¡POF!

¡ELLA CAYÓ EN EL SUELO DE RODILLAS!

La mujer rubia llevó su mano a su rostro y lloró amargamente, intentando no hacer ruido… Hasta que…

Biiiizzz~ Biiiizzz~

Escuchó el pequeño vibrar de su teléfono celular en el interior de su bolso.

Sus ojos azules buscaron rápidamente por doquier… ¡Ya era entrada la madrugada! ¿Quién llamaría a esa hora?

¿Y si era una llamada del hospital? ¿Y si algo pasó con Anthony, su hermanito?

Ella encontró el bolso, junto a la entrada. Lo tomó con manos temblorosas y contestó la llamada telefónica.

De inmediato una voz masculina, grave y firme, se escuchó del otro lado de la línea telefónica.

—Señorita Taylor. Soy Donovan. Sé lo que acaba de suceder. Tengo una propuesta para usted. Se trata de la libertad de su hermano… y de la suya.

¡El corazón de Rosalind comenzó a latir aceleradamente!

—¿Por… Por qué me ayudas?

—Puede interpretarlo, como que no me gusta el comportamiento de él. O como que creo, que es una buena inversión. ¿Te interesa conocernos y hablarlo?

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