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Capítulo 02: Corazón roto bajo la lluvia.

—Hoy es nuestro aniversario de tres años —logró decir Rosalind, recuperando el hilo de la conversación en la suite—. Y pasaste la noche comprando joyas para otra mujer. ¿Qué más hay que decidir? Se acabó.

La calma en su voz era lo más aterrador. Toda la esperanza se había extinguido en la acera mojada frente a Boodles.

La mano de Alphonse se cerró como un grillete alrededor de la muñeca de Rosalind, atrayéndola hacia él con una fuerza brutal. Un grito de dolor escapó de sus labios.

—¿Cansada de la comodidad que te doy? —su susurro era peligroso, su rostro a centímetros del de ella—. Escúchame bien. Tú eres mía. Me perteneces y eso NUNCA cambiará.

—¡Suéltame! —forcejeó ella, pero era inútil.

Alphonse la tiró sobre el sofá, se abalanzó sobre ella y la inmovilizó debajo de él, dejándola incapaz de moverse.

—¿Dejarme? ¿Irte? ¿Crees que es así de fácil? —soltó frunciendo el ceño, su rostro estaba rojo de ira, y las venas se marcaban en su sien.

Sus labios temblaron ligeramente al separarlos, iba a hablar… Pero antes de hacerlo, Alphonse se inclinó y continuó:

—Mujer. Ya deja atrás esos pensamientos inapropiados, tú eres mía, me perteneces y eso NUNCA cambiará. Si te atreves a mencionar "fin" de nuevo, o si intentas irte sin permiso. Las consecuencias para tu vida, serán insoportables.

Rosalind frunció el ceño y levantó la cabeza haciendo contacto visual con su jefe.

La vista de ella estaba nublada por las lágrimas… Pero le preguntó a él, obstinadamente:

—¿Quién… es esa mujer?

Él arqueó una ceja, su expresión fue fría, seria.

—Es mi futura esposa, solo un matrimonio arreglado por mi familia —Alphonse se inclinó aún más hacia Rosalind. Le dio un pequeño toque en la barbilla y dijo con generosidad: —Pero te amo. El matrimonio será solo un negocio, una formalidad. Siempre serás la más especial para mí, por eso, quédate a mi lado.

«TE AMO.»

Esas dos palabras hicieron eco en la mente de Rosalind.

Las palabras que había anhelado escuchar durante tres años persistían en su mente como el veneno más dulce y mortal.

¡Él no quería elegir! ¡Lo quería todo! Una esposa perfecta en público y otra amante sumisa en privado.

¡Él quiere poseer a dos mujeres a la vez!

—Me da asco, Alphonse.

Sus palabras encendieron la furia final de Alphonse.

Sacó su teléfono móvil con un movimiento brusco. Sus dedos pulsaron la pantalla.

Biiip~ Biiip~

El tono del timbre resonó en la habitación… En espera.

—¿Quieres que cancele ya mismo los tratamientos de tu hermano?, una llamada y ese niño se muere, Rosalind.

¡ROSALIND ABRIÓ SUS OJOS DE PAR EN PAR!

Su hermanito estaba en juego… Ese que tras el accidente automovilístico que sufrió con su madre, quedó hospitalizado.

—¡No puede hacer esto!

Pero el hombre no tenía intención de detenerse.

—Depende de ti.

¡Ella palideció! ¡Todo su coraje se esfumó de golpe al imaginar a su pequeño hermanito muriendo en un hospital!

—…Lo entiendo —murmuró, su voz un hilo de aire—. No… no me iré.

Una sonrisa de satisfacción cruzó el rostro de Alphonse. Descolgó la llamada y guardó el teléfono como si nada.

Pero Alphonse no se detuvo ahí. Se inclinó y besó sus labios… Un pequeño beso que ella ni siquiera correspondió.

—Continuaremos con nuestra celebración. ¿No era lo que querías? —bufó él, como si fuera el hombre perfecto dispuesto a complacer a su mujer.

Rosalind vio como su jefe comenzaba a quitarse sus ropas… Y así mismo, de un tirón rompió su vestido y la fue dejando sin ropa.

Ella no se movió. No protestó… Solo esperó… con la mirada vacía perdida en el techo y las lágrimas resbalando en silencio, a que él terminara y se marchara.

✧✧✧

El sonido de la regadera por la puerta semi abierta resonó en el departamento.

Rosalind temblando, sintiendo náuseas por sentirse humillada, asqueada de ser tomada por un hombre que a la vez tenía a otra. Intentó ponerse de pie…

¡Pero su tobillo se dobló por el temblor en sus piernas y…!

¡POF!

¡ELLA CAYÓ EN EL SUELO DE RODILLAS!

La mujer rubia llevó su mano a su rostro y lloró amargamente, intentando no hacer ruido… Hasta que…

Biiiizzz~ Biiiizzz~

Escuchó el pequeño vibrar de su teléfono celular en el interior de su bolso.

Sus ojos azules buscaron rápidamente por doquier… ¡Ya era entrada la madrugada! ¿Quién llamaría a esa hora?

¿Y si era una llamada del hospital? ¿Y si algo pasó con Anthony, su hermanito?

Ella encontró el bolso, junto a la entrada. Lo tomó con manos temblorosas y contestó la llamada telefónica.

De inmediato una voz masculina, grave y firme, se escuchó del otro lado de la línea telefónica.

—Señorita Taylor. Soy Donovan. Sé lo que acaba de suceder. Tengo una propuesta para usted. Se trata de la libertad de su hermano… y de la suya.

¡El corazón de Rosalind comenzó a latir aceleradamente!

—¿Por… Por qué me ayudas?

—Puede interpretarlo, como que no me gusta el comportamiento de él. O como que creo, que es una buena inversión. ¿Te interesa conocernos y hablarlo?

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