Mientras tanto, en el hospital, Stella apretaba con fuerza las sabanas y su frente sudaba cuantiosamente.
La enfermera la miro preocupada.
―Señora, tiene que hacerlo.
―No. ―negó con la cabeza ―No si él.
Stella tenía dolores de parto, pero se negaba a que le colocaran la oxitocina.
En la misma h