“Por favor, toma asiento”, le ofreció Leila a Adaline, manteniendo una expresión tranquila y educada.
“Gracias, hija mía”, respondió Adaline mientras se sentaba apresuradamente.
Leila no sabía cómo reaccionar al ser llamada ‘hija mía’ por la misma mujer que le habría hecho pasar un infierno si se hubiera atrevido a llamarla madre en el pasado.
Se sentía extraño y más que extraño, era bastante incómodo. Intentó varias veces ser una hija para Adaline y siempre recibió un mal trato a cambio.
La única razón por la que no la reprendió en este momento era porque cuanto antes pudiera manejar lo que fuera que hubiera traído a Adaline aquí, antes podría volver al importante trabajo de preparar un equipo legal para la batalla en la corte que podía ocurrir.
“¿En qué puedo ayudarte?”, respondió ella mientras mantenía un tono seco.
“Leila...”. Adaline extendió su mano sobre la mesa para sostener la de Leila, pero Leila la retiró antes de que Adaline pudiera tocarla y la mantuvo a su lado, co