“Todos se fueron, creen que te fuiste. Ven conmigo”, dijo Theo poco después de salir para distraer a los guardias.
Leila se sintió agradecida y le sostuvo de la mano mientras él la guiaba afuera de la cocina.
“Theo”.
“Sí”.
“Olvídalo”, respondió ella, conteniéndose para no preguntarle cómo sabían los hombres que ella iba a venir.
No la trataron como a una intrusa, sino como a un objetivo que habían estado esperando, y si alguien sabía que ella iba a venir, era él, pero aun así, fue él quien la salvó.
No podía sacar conclusiones precipitadas. Era mejor que se guardara sus especulaciones para sí misma.
Mientras lo seguía de cerca, se preguntaba si Trent estaba aquí, ¿y qué había de Tatum?
Justo cuando pensaba en Tatum, oyó un gruñido fuerte y doloroso, un sonido que hizo que su loba gimiera, al oír el dolor que sufría su pareja.
“¡Tatum!”, gritó ella, con el corazón latiéndole con fuerza en el pecho por el terror de lo que le podría estar pasando. Se apresuró hacia la dirección