Tatum la miró, pasando la mirada por su rostro pálido pero hermoso hasta sus exuberantes pechos medio ocultos en el agua, y tragó saliva con el corazón acelerado.
Ya le costaba bastante controlarse desde afuera. Sentarse con ella en la bañera sería demasiado para él, y sin embargo, era justo lo que necesitaba. Estaba más que privado de su tacto, del contacto de su piel, del calor de su cuerpo.
La extrañaba, cada detalle de ella. No había pasado un día sin que la anhelara, un momento en el que podían dejarlo todo atrás y disfrutar de la comodidad de la compañía mutua.
Podía sentir el anhelo de su lobo por estar con ella, incluso si no había vínculo entre ellos, lo cual era aún más extraño, pero se alegraba de ello. Su lobo quería a la mujer que él deseaba, con o sin vínculo de pareja.
Leila lo soltó, percibiendo su reticencia, y metió la mano en el agua, cerró los ojos y echó la cabeza hacia atrás, sintiendo el agua o lo que sea que contuviera, absorbiendo lentamente su dolor.
Ente