ARTEMISA

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Artemisa dos años atrás.

Un cliente más, una noche más en la que mi cuerpo es de nuevo utilizado para saciar la mierda de otros hombres, con suerte este será mi último cliente el día de hoy, Angell Sarris es mi parroquiano más frecuente y normalmente me adquiere por toda la noche, madruga y muchas veces dos o tres días.

Me molesta como me toca, como me besa y como se hunde en mí, pero es la presa que necesito para salir de esta mierda en la que me metí, este viejo será mi tabla de salvación, el o el que sea, pero dejare esta mierda sea como sea.

—¿Te gusta?—susurra y jadeo en respuesta.

—Si, así que rico Angell, párteme.

Lo aliento puesto que no durara más de cinco minutos y creería yo que ese es su récord, no sé cómo su esposa ha soportado tanto tiempo a este precoz, por suerte termina antes de lo pensado y se deja caer de lado sintiéndose el macho plateado que nunca ha sido.

—Eres una diosa—se levanta y yo le sonrió ocultando mi desagrado—la mejor mu