STAVROS
Cierro la puerta del auto con fuerza, con una ira carcomerme por dentro, detrás de mí amigo, pero el Ni nadie me va a detener, la cólera tiene mis venas y al ver a ese hombre sonríeme cuando me ve llegar a la puerta algo maligno me posee.
—Hijo no espe....
No lo dejó terminar porque golpeo su rostro tirándole al piso, es un maldito desgraciado mantenido y recogido.
—Hijo de puta —arremeto una y otra vez subiéndome en él, con mis dedos adoloridos, pero con una rabia que correo mi alma, no pienso, no siento, solo quiero matarlo a golpes.
—Vas a matarlo Stravros.
SU guardia que yo pago no sabe qué hacer, pero con la ira que tengo me cargo a todos.
—Ayúdenme a detenerlo —exige mi amigo y tres hombres tienen que ayudarle para controlarme.
—¿Que te sucede hijo?
Escupe su sangre, solo quiero matarlo por desgraciado, cobarde y maldito.
—No vuelvas a llamarme así maldito—murió para mí, desde hoy no tendré consideración con este bastardo—suéltenme ya —demando.
—Te calmas Stavros—pide An