STAVROS.
El hostigamiento repentino me impulsa prácticamente salir corriendo de mi oficina, necesito despejar mi mente porque si no me congeló terminaré matándola estrangulándola mientras disfruto de verla perder la vida, pero estoy seguro que eso sería premio para ella y su hermana.
Me entregué como un condenado y que conseguí, que me vieran la cara de imbecil y juro, juro que ella o su hermana me las pagarán, pero esto no se queda así.
No es un simple pensamiento de machismo herido, es, es perder la ilusión, sentirte desangrado por dentro, estar malditamente enamorado donde te cegaste por completo, dejándote hechizar por una mujer que fingió amarte para robarte, para desecharte como basura y dejarte con una pena incurable.
—Todo bien fiera—es mi amigo Anker—¿qué sucede porque estas así?
—Te juro que voy a matarla —tomo asiento frente a él—es difícil controlarme te juro y a cada nada tener que verla me recuerda lo estúpido que fui y las ganas de estrangularla se me hace difícil con