MIEL PARA ANDROMACA

Ambos son fuego, calor y las mismas llamas del infierno, y tal cosa queda demostrado con la necesidad con que la besa mientras el auto avanza hacia su hotel, la limosina se incendia con las ganas de ambos, la necesidad de sentirse, cada poro de la piel les grita lo peligroso que es estar juntos, porque a cada nada desean fundirse en ese deseo que arde, quema y al mismo tiempo envicia.

Stavros hambriento mete la mano entre sus piernas tocando el coño desbordado desde que lo vio en la iglesia.

—¿No me digas que? —ruge cerca de su boca—estas así desde hace horas.

—Desde que te vi parado en el altar—le confiesa hundiéndolo más en el poso de las dependencias—te deseo tanto mi amor.

No importa nada cuando la abre de piernas arrodillándose en el piso de la limosina para observar la humedad que yace en ella, la vista le falla cuando Andrómaca no siente vergüenza al ser ella quien corre la tela dándole una imagen de su coño mojado a su esposo quien sufre con la dureza qu