Escuché unas voces masculinas gritando como si estuvieran discutiendo. Aunque los escuchaba de lejos, comencé a sentir dolor en mi abdomen y a distinguir mejor quiénes eran las voces. Eran James y Paolo. Intenté abrir mis ojos lentamente y, efectivamente, ambos estaban a punto de darse puños. Así que, como pude, logré articular una palabra:
— James...
James soltó a Paolo y vino corriendo hacia mí.
— Cariño, oh, gracias a Dios que estás despierta — dijo mientras me daba varios besos en la cabeza y me decía lo mucho que me amaba.
— Me alegro de que hayas despertado, bella Rose — Paolo tomó mi mano, pero James lo miró como advirtiéndole algo, lo que hizo que Paolo sonriera.
— Los dejo para que hablen. Adiós, preciosa — le sonreí y vi cómo Paolo salía por la puerta dejándome sola con James.
— ¿Por qué estaban discutiendo?
— ¿Nos escuchaste?
— Más o menos, pero no logré escuchar lo que hablaban - James tomó mi mano y la besó.
— No importa lo que hablamos; lo importante es que estás bien, am