Capitulo 78

El desayuno había terminado, pero la sensación de confesión y ternura permanecía flotando en el ambiente. Gabriel recogió los empaques vacíos, insistiendo en lavar los pocos platos que había usado, mientras Valeria lo observaba en silencio, con una mezcla de incredulidad y ternura.

No era normal. Nadie antes se había quedado después de verla llorar. Nadie había escuchado sus inseguridades sin huir o aprovecharse de ellas. Gabriel no parecía querer salvarla por lástima; parecía simplemente querer estar. Y eso la desarmaba.

—Listo —dijo él, secándose las manos con un trapo viejo—. Aunque creo que ya le debes cambiar la vida a esa esponja, está en las últimas.

Valeria soltó una risa ligera. Una risa real. Hacía semanas que no reía así.

Gabriel se quedó mirándola, hipnotizado por la manera en que esa sonrisa le iluminaba el rostro. No se contuvo: se acercó y con el dorso de la mano le apartó un mechón de cabello que caía sobre su mejilla.

—Así me gusta verte… —murmuró.

Ella bajó la mirada
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