Capitulo 61

Cuando la puerta se cerró, Valeria sintió que sus fuerzas la abandonaban. Se dejó caer en una silla, cubriéndose el rostro con las manos. Gabriel se acercó de inmediato, arrodillándose frente a ella.

—Ya pasó… —susurró—. Estoy aquí.

Ella lo miró, con los ojos brillantes por lágrimas contenidas.

—No entiendes, Gabriel… —su voz se quebró—. Alexandre nunca se detiene. Siempre encuentra la forma de volver, de manipular, de romper todo lo que toco.

Gabriel tomó sus manos con delicadeza, entrelazando sus dedos.

—Entonces esta vez no estará solo. Esta vez me tendrá a mí. Y no pienso dejar que te haga daño. Ni a ti, ni al bebé.

Valeria lo observó, buscando en su mirada un resquicio de duda, un rastro de mentira. Pero lo único que encontró fue una determinación férrea, casi imposible de quebrar.

Y en ese momento, una pequeña chispa de esperanza prendió dentro de ella.

La tarde los encontró caminando juntos por el barrio, tratando de dejar atrás la tensión. Gabriel la escuchaba con paciencia mi
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