Pero al dar un paso un sonido llamó su atención, pisó varias veces aquel lugar y después otro punto y no producía el mismo sonido.
—Arthur no venimos a jugar — advirtió Arlen.
—Escucha — dijo él — Si piso aquí — tocó con el talón la parte solida del piso — No suena.
Arlen comenzaba a impacientarse, hubiera sido mejor que viniese solo y no en compañía de su amigo. A veces Arthur se ponía insoportable como en esta ocasión.
—Si no quieres estar aquí puedes irte — comentó — Pero al menos déjame seguir buscando información.
—Espera — Arthur alzó un dedo — Ni siquiera me has dejado terminar, observa y escucha .
Entonces Arthur puso un pie en la parte blanda del piso y se escuchó el sonido de una madera crujir bajo su pie. Arlen al oír eso frunció el cejo y dejó de buscar sobre el escritorio para hacerle compañía a su amigo. Ambos repetían los movimientos que Arthur había hecho segundos antes.
—Es como si en esta habitación hubiesen dos tipos de pisos — explicó Arlen — Uno convencional y otr