Aura miraba hacia el techo, con la mirada perdida en un punto inexistente.
Su mente dispersa, su corazón destruido, su voluntad hecha polvo...
Sus ojos hacía ratos habían dejado de llorar, mientras su cuerpo entumecido, no era ni siquiera capaz de moverse por propia voluntad.
Se sentía vacía... Cómo un muerto en vida... Cómo si hubiesen succionado su alma de golpe.
¿Por qué Nereo no podía dejarla en paz?, ¿Por qué su obsesión no tenía límites?, ¿Por qué siempre cuando todo parecía ir bien, llegaba Nereo a arruinarlo todo?. Se preguntó amargamente, tratando de no gritar de rabia y frustración.
Miró a su lado y su corazón se hundió al ver a Dafne aún dormida, con el suero aún bajando por vía intravenosa a su cuerpo.
- Ha despertado.- un hombre de mediana edad con una bata blanca ingresó al lugar, mirándola de una forma que sólo la hundió más en la miseria, recordándole que todo era real.
- ¿Dónde están todos?.- Su voz salió ronca y lejana, como sierras rascando madera.
Era hueca... Muer