“¡Ese artículo es mío! ¡Lo estoy comprando por setecientos cincuenta millones ahora mismo!”.

"Según las reglas de la sala de subastas, el mejor postor siempre gana".

"¡Incluso si estás confirmando la oferta, debes llamar tres veces antes de golpear el mazo!".

"¿Pero te fijaste en la oferta más baja sin darles a los demás ninguna oportunidad de ofertar?".

"¡¿Qué significa esto?!".

"¿Estás conspirando con el Imperio del Sol Naciente para venderles algo que pertenece a la gente del País H?".

"¡Ustedes deben saber lo que representa este artículo!".

“¡Esto pertenecía al Jefe Instructor!”.

“Ya le estás faltando al respeto lo suficiente como para subastar algo como esto…”.

“¡¿Pero ahora, incluso estás decidiendo quién puede comprarlo?! ¡¿Estás insultando al Jefe Instructor?!”.

"¡¿Cómo te atreves, mocoso?!". La sacerdotisa de mediana edad gritó de vuelta de manera furiosa.

"¿Conoces las consecuencias de manchar la reputación del Templo de las Cinco Virtudes?".

Las jóvenes sacerdoti