Christian sabía que ya había ganado ciento cuarenta millones de dólares con facilidad. Junto con los trescientos millones que le debía Edwin, creía firmemente que Yoana estaría bajo su control después de tan solo una victoria más...
¡Quizás, Christian podría incluso controlar al mismo Paul Mendoza!
En ese momento, Christian estaba extremadamente confiado. Dejó de perder el tiempo y volteó sus cartas sobre la mesa, sonriendo cálidamente.
"¡Un par de reyes y ases!".
“Muéstranos tu mano, Señorita Mendoza”.
“Si no tienes una escalera de color, pierdes”.
Yoana miró sus cartas y se rio. Luego los volteó.
“Diez, jota, reina, rey, as”.
"Escalera Real. ¡Gané!".
Yoana tomó su cheque de vuelta, sin emociones.
Había conseguido la mejor mano posible para ganar la ronda.
La expresión extremadamente confiada de Christian cambió frenéticamente. Se quedó helado, aturdido.
"¿Cómo es esto posible?".
Edwin se congeló al verlo.
“Gané esta ronda. Junto con las fichas sobre la mesa y tus tresci