–¡Son mis brownies! –gritó Anna al mismo tiempo que se incorporaba bruscamente estirando un brazo hacia adelante, lo que provocó que la persona frente a ella diera un respingo.
–Por la diosa Selene, ya supéralo…–dijo Gino en voz baja rodeando la cama para poder colocarse a su lado –Sólo eran dos, y mi tía te envió una charola completa al día siguiente…–
Confundida, Anna clavó sus ojos en Gino antes de comenzar a inspeccionar el lugar.
Era una habitación pequeña y blanquecina, detrás del joven, había una puerta entreabierta donde ella pudo distinguir un lavabo y parte de un inodoro, justo al frente, había una pequeña cómoda de dos cajones, sobre esta, se encontraba una pequeña televisión.
–¿Dónde…? –comenzó a preguntar Anna mientras seguía recorriendo el lugar con la mirada
–Estamos en la clínica anexa al hospital –dijo Gino sentándose en un espacio junto a ella –¿Cómo te sientes? –preguntó con evidente preocupación
–Me duele la cabeza…–susurró ella en voz baja antes de volver a a