Intento no darle importancia a lo que estoy sintiendo en mi espalda baja, hasta que sin notarlo me quedo dormida, pero, el sueño que vino a mí de golpe, es interrumpido por unos quejidos que me aturden.
— No, por favor…— ¿Reymond?— Regrésenmela… es mi vida. — susurra mientras su cuerpo suda tanto que puedo ver dos capas gruesas de sudor donde las gotas juegan hasta formar caminos de agua que parecen lagos.— Reymond, ¿estás enfermo? — pregunto tocando su cuerpo que se siente tan caliente que me alarma. — Mátenme a mí, no se la lleven… mi esposa… mi luna… mi destino… mi mujer… mi diosa. — dice Reymond hablando con la voz entrecortada.Aunque su cuerpo suda mucho, la parte que tiene más liquido son sus ojos, que han dejado muestras grandes de agua a cada lado de su cabeza. Reymond niega, lo