Un mes después
Ya no hay un solo contrato para acabar con algún idiota que pueda calmar mi enojo y frustración. Los doctores siguen sin decirme porque Elise no despierta y yo estoy que mando al infierno a todas las personas del mundo.— Deberías calmarte un poco, Reymond. No comprendo cómo puedes ser tan impaciente cuando eres un asesino a sueldo. ¿Qué pasaría si alguien te contrata para matar a alguien peligroso? ¿Podrás concentrarte? — pregunta Helmut caminando de un lado al otro.— Sorprendentemente, puedo concentrarme cuando trabajo. Pero, apenas termino todo, el desespero de que ella no despierte vuelve a recorrerme.— Es claro que somos un desastre sin nuestras esposas. — dice Helmut.— No soy un desastre, solo necesito que ella despierte.— Ojalá pudiera al menos ver a mi esposa. Si hubiese sabido de su embarazo… habr&iacu