Capítulo 4 - Regreso a casa

Gina se arrodillo junto a Ryan quien tenía la mirada nublada. Ella le habló asustada por el golpe que se llevó.

—¿Ryan? ¿Estás bien? – luego miró hacia Dylan— ¿qué rayos te sucede? ¡Casi lo matas!

Sin embargo, en ese mismo momento Ryan enfocó la mirada y con brusquedad la tumbó encima de él.

—Qué haces?!— dijo ella con la respiración agitada.

—Has vuelto— y diciendo eso le dio la vuelta quedando el encima— vuelves a mi, pelirroja.

—¿Qué? — dijo preocupada por la mirada penetrante de él. — puedes levantarte?

Sin decir más el bajó la cabeza y la besó tierna pero profundamente. 

Gina comenzó a sentir un remolino de emociones que creyó haber enterrado hace tiempo, quería alejarse de esa energía tan magnética, pero Ryan la tenía bien sujeta. Luego de unos segundos, que parecieron años el hombre fue arrancado de encima suyo y apareció en su campo de visión su hermano.

—Pero ¡qué haces imbécil! ¡Deja a mi hermana! — gritó enfurecido Dylan.

La joven se levantó rápidamente y se acomodó la ropa, vio como Dylan y Ryan estaban en pose de pelea y se metió entre ellos.

—Basta Dylan. ¿Qué te pasa? Es tu amigo, tranquilízate y tu— dijo mirando a Ryan— no vuelvas a besarme sin permiso.

—O sea que con tu permiso si puedo besarte? — preguntó zalamero— además no necesito que me defiendas Gi.

—A todo esto— dijo Dylan— tu qué haces aquí? En chicago, quiero decir. Papá y mamá no me dijeron nada.

—Era una sorpresa, pero la sorpresa me la llevo yo. ¿Por qué boxeas? Es peligroso

—Gina… no es peligroso, estábamos descargándonos, nada más. Le di en la mandíbula porque el idiota se distrajo. Además, no fue nada, ¿verdad Ryan? — expresó Dylan observando a Ryan con una mirada que decía que más le valía seguirle la corriente. 

—Claro, claro. Lo que digas.

De repente Dylan se sacó los guantes y la alzó en sus brazos, dándole vueltas.

—Te extrañé hermanita, extrañé que me miraras con esos ojitos que me desaprueban cuando no logran algo. ¿Vamos a mi penthouse? Tenemos muchas cosas que charlar.

—Estoy invitado? —terció Ryan.

—Si tenían planes podemos hablar mañana. No me iré pronto. De hecho, nuestros papás darán una fiesta en mi honor.

—¡No! Nuestros planes podemos posponerlos, ahora quiero estar contigo. Disculpa Ryan, pero me iré con mi hermana. Lo dejamos para otro día

—Seguro que no puedo ir con ustedes?

—No Ryan, lo que debo hablar con él es algo … personal, que aún no estoy preparada para que alguien más se entere. 

—Está bien, tenía que intentarlo. Bueno, me iré a cambiar.

—Yo también, espérame aquí Gina, ya regreso.

Dylan y Ryan se encaminaron juntos hacia las duchas.

—Angelina está hermosa— comentó Ryan.

—Siempre lo fue, aún intento averiguar por qué dejaron su relación ustedes. 

—Un malentendido Dylan, ya te lo dije. Algo que nunca dejaré de arrepentirme. Está diferente, ¿lo notaste?

—Sí, me esconde algo. Siempre que está ocultando algo se muerde las uñas. Cuando inició su noviazgo contigo y yo aún no me enteraba, hacía lo mismo. Debe ser algo grave y puede que piense que me molestará.

—Quiero recuperar a tu hermana Dylan. Nunca debí dejarla ir. Deseo estar con ella más que nada en el mundo. 

—¿Y? Es mi hermanita. No quiero que la lastimes de nuevo. No sé qué pasó, pero sé que sufrió un tiempo. Nunca me lo quiso decir, pero cada vez que saqué el tema, ella lo desviaba a algo de lo que si quería hablar. Ya no somos los mismos de hace años. 

—Me respondió al beso con igual pasión que siempre. 

—Maldita sea Ryan! No me cuentes eso.

—Aún tiene sentimientos hacia mí y haré que se vuelva a enamorar. ¿Me ayudarás? Mañana iré a tu casa a primera hora y me cuentas cuanto se quedará y si tiene alguien mas en su vida. De todos modos, si está con alguien no me daré por vencido. Esta vez no la dejaré alejarse de mi.

—Mira Ryan, te aprecio, eres mi mejor amigo, pero mi hermana va antes que nadie. Te contaré solo lo que pueda, nada más.

—Lo que sea que me ayude a recuperarla.

Minutos después ambos salieron hacia donde estaba Gina, quien miraba embelesada a los hombres haciendo ejercicios. Ryan fue por detrás y le tapó los ojos.

—¡Ryan! Se que eres tú. — dijo sonriendo y dándose la vuelta. Se quedó con la boca seca de lo guapo que se encontraba su exnovio. 

—Pues si— le dio un beso en la mejilla y antes que ella pudiese decir nada salió por la puerta.

Una vez que este se fue, Dylan pasó su brazo por encima del hombro de su hermana y la instó a salir.

—Vamos por aquí, ¿con que viniste?

—Papá me prestó su coche— respondió sonriéndole de manera pícara.

—Nunca te negó nada— rio el— yo vine caminado así que vamos, pero yo conduzco. — dijo intentando quitarle las llaves.

—Ni hablar! Al coche lo llevo yo— le miró indignada.

—Ya decía yo que no lo harías ni por tu hermano preferido. 

Fueron conversando de trivialidades los pocos minutos que duró el viaje. Cuando ya entraron Dylan la detuvo y miró a los ojos.

—Te extrañé hermanita. Creí que te habías olvidado de nosotros.

—Nunca Dylan. Son mi familia y ahora estoy aquí… pero vaya… — dijo mirando a su alrededor— esto es… diferente.

—No te gusta? Lo decoró una amiga.

—Más que amiga, diría enemiga. Es tan… sobrio, tan… frío.

—Puede ser. A mí me parece cómodo

—Eso ni tú te lo crees. Mira qué te parece, me contactaré con una decoradora personalmente. Podemos…

—Ni se te ocurra— intervino el— no quiero un toque femenino en mi casa.

—No será femenino. Te juro que tú lo deberás aprobar antes de llevarlo a cabo, pero por favor déjame cambiar este ambiente.

—Está bien— suspiró el— pero ven aquí siéntate a mi lado. Y cuéntame eso tan importante.

—¿Por qué primero no cenamos algo? Mi amiga me enseñó a hacer una pizza super fácil y es riquísima. Solo dime que tienes provisiones.

—Por supuesto que sí. ¿Por quien me tomas? Tengo una señora que me hace siempre las compras, las comidas y tengo variedad de cosas aquí. Debes revisar bien solamente. Pero yo te ayudo. Dime que hay que hacer nada más. 

—Está bien. Serás mi obediente alumno, Nicki estaría orgullosa de mi — dijo ella en tono jocoso.

—No te pases Gi. Vamos.

Estuvieron largo rato preparando la masa, mesclando las especias y luego colocaron el preparado en el horno.

Mientras comían, Gina decidió abordar el tema que le inquietaba. 

—Debo contarte algo, pero nuestros padres aún no lo saben.

—Dime, ¿es grave? ¿Has matado a alguien? ¿Te persigue una esposa celosa? ¿Te casaste en Las Vegas? – preguntó intentando aligerar el ambiente.

—No. Yo… m*****a sea, no sé cómo decírtelo. Y me costará aún más decírselo a nuestros padres.

—Tranquila, puedes contarme lo que sea. Estaré siempre para ti – dijo el, agarrando una servilleta y quitándole la salsa de la comisura de los labios.

—Gracias. Yo… encontré a mis verdaderos padres o ellos me encontraron. Bueno, nos encontramos de casualidad. 

—¿Cómo? Cuéntame desde el principio.

—Bueno…— Gina le contó todo a excepción de cuándo fue que se enteró de la verdad. Lo de su enfermedad, lo dejaría para más adelante.

(…)

—Así que tienes otro hermano… y cómo es?

—Es muy travieso, no le gusta las matemáticas, pero si los deportes. Le hace mucho más caso a papá que a mamá y a mi me presenta ante sus amigos con orgullo o alardea de mi. Lo amarás, le hablé de ti y en un principio se sintió celoso, pero luego le conté como eras y que eras tan hermano mío como el, se quedó tranquilo. Pensaba que tú lo reemplazabas.

—Pero por qué temes la reacción de nuestros padres? Ellos nos explicaron que tu madre te quiso mucho antes de nacer y que se vio obligada a entregarte. Siempre agradeció que le diese la oportunidad de convertirse en tu madre.

—¿Tú crees? ¿Me acompañaras a contarles todo?

—Claro que sí, pero esta vez si conduzco yo.

—Está bien. Y algo más Dylan. – de pronto se puso seria— no quiero que nadie más se entere. Solo la familia. Mis padres y Alessandro vendrán en unos meses y les presentaré ante todos. 

Él le miró unos momentos y luego le respondió

—Te lo juro. Por mi nadie se enterará de todo esto…

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