87| traición.
Helene sintió como las fuerzas del cuerpo se le escaparon, como una pizca de polvo espantada por un ventarrón.
El rostro de Itsac estaba turbado, con las mejillas enrojecida y el cabello despeinado. La miraba como un animal herido, con los ojos vidriosos y el puño apretado sobre la hoja arrugada.
— ¿Cómo pudiste? — le preguntó él con la voz rota — ¿Pensabas decírmelo? — se quedó ahí plantado, esperando la respuesta de Helene, esperando que se defendiera, que le explicara con lógica y sentido, pero Helene se quedó paralizada en el lugar, como si una energía le agarrotara todos los músculos — Dímelo — murmuró con la voz cargada de sentimientos — ¡contéstame! — le gritó — Helene dio un salto, como si lo hubiera atravesado una corriente eléctrica, luego sin fuerzas , se sentó pesadamente en una silla bajita que había tras ella — yo — se quedó callada sin saber muy bien qué decir, no tenía una excusa para lo que había hecho, de hecho, sí la tenía, pero era incomprensible aún para ella as