48| Probarnos.
Helene apretó la mano de Itsac entre la suya. El piso en donde estaban contaba con una habitación linda, con ventanas grandes que daba a la ciudad desde donde se podía ver la luna llena sobre el mar y una brisa fresca entraba por la ventana.
Cuando Helene se detuvo frente la cama, el pecho de Itsac chocó con sus espalda y le dio un beso en el cuello. La cama estaba llena de pétalos, sobre una manta de franela suave, velas y aromas y Helene se recostó en el pecho del hombre, sus manos rodearon su cuerpo y le acarició las caderas.
— Qué bonito detalle de Val — comentó ella, pero Itsac negó con la voz.
— No, esto sí lo hice yo — Helene dio la vuelta, encarando al hombre que la observó a los ojos, directo. Sus bocas se juntaron, sedientas del otro, sus lenguas jugando a acariciarse la una a la otra.
Cuando la manos del hombre en sus glúteos la atrajeron a él sintió la dura erección del bajo el pantalón y movió las caderas, quería sentirlo cuan duro era, tocarlo, probarlo, probar to