3| Competencia.

Helene apretó los puños y bajó la mirada, todavía podía sentir la mejilla del hombre en su palma cuando le dio la cachetada, pero ya se había disculpado, ¿No? 

La noche anterior estaba llena de adrenalina, asustada, y él se había inclinado hacia ella y Helene pensó que se cobraría el salvarle la vida con un beso. 

De cualquier forma, lo había abofeteado, a su futuro jefe, a su futuro instructor del cual dependería la vida que creyó era la que le tenía el destino… como siempre, Helene arruinándolo todo. 

Itsac continuó hablando para todos los presentes, pero la amenaza directa que le dedicó la dejó incómoda. De vez en cuando, el piloto le dedicaba una mirada. 

— En media hora haremos un examen teórico y de habilidades para elegir solamente a los cincuenta mejor calificados para el trabajo. Recuerden que este curso es gratis, pero no por eso será fácil, de hecho, será todo lo contrario — miró a Helene una última vez antes de dirigirse a los demás 

— les enseñaremos: Física, matemáticas y aeronáutica, entre otras asignaturas relacionadas con la meteorología, la cartografía y la navegación. Mantenimiento de aviación, gestión aeronáutica y gestión del tráfico aéreo, entre otras áreas de la operación y administración de vuelos. Prácticas con simuladores de vuelo y vuelos reales…

Helene dejó de escuchar lo que decía el hombre, ya sabía todo eso, lo había estudiado en la información del curso que estaba disponible en línea. 

Paseó la mirada por la sala, allí había por lo menos doscientos hombres preparados para competir contra ella, ese día solo pasarían cincuenta y Helene debía concentrarse para ser una de ellos. 

Cuando miró más allá, logró ver una brillante cabellera rojiza como el cobre y unos ojos verdes que la miraron. 

¡Era otra chica! 

Eso la hizo sentir un poco cómoda nuevamente. 

Itsac terminó de hablarle a los demás y a motivarlos a ser los mejores y luego regresó a su asiento sin dedicarle una mirada a nadie más, el viejito del inicio se acercó al micrófono. 

— Bueno, nos vemos en el auditorio principal de veinte minutos, quien no llegue a tiempo será descalificado — se oyó el ruido de las sillas al moverse y Helene caminó hacia la pelirroja que la miró de los pies a la cabeza. 

— Soy Helene Back — le dijo y le tendió la mano. La pelirroja le estrechó la mano y Helene sintió un escalofrío, era pequeña y fría. 

— Me preguntó cómo una modelo de talla internacional ahora quiere ser piloto — Helene se removió incómoda. 

— Ya no soy modelo, eso es de hace años ya… yo… voy al auditorio  — pero la otra chica la detuvo. 

— Soy Brenda, ¿Te gustaría tomar un café antes del examen? — Helene miró el reloj, faltaban quince minutos, pero eran las únicas dos mujeres en todo el curso, debían ser amigas para apoyarse. 

— Claro. 

La cafetería estaba enseguida, y cuando llegaron Helene se quedó un minuto eligiendo los cafés. 

Cuando llegó a la mesa Breda le empujó la silla para que se sentara y Helene la sintió fría. 

— Vi como el piloto te miraba — le dijo y Helene casi se atraganta con el café. 

— ¿Fue muy evidente? — la pelirroja asintió. 

— ¿Sabes que es el dueño de todo Aeromaya? Es la empresa de aviación más importante de Latinoamérica — Helene asintió. 

— Me acabo de enterar — Brenda se inclinó hacia ella. 

— No deberías hacerte ilusiones con él, tiene fama de mujeriego, mucho, y es uno de los hombres más deseados del país — Helene le dio un trago grande al café. 

— No, lo último que estoy buscando en esta vida es una relación, no, no — agarró el cuarzo que le colgaba del pecho, el que le daba suerte para ahuyentar las malas energías, el ambiente estaba pesado, pero Helene no entendía por qué. 

— Bueno, es bueno saber el lugar que cada una tiene… Yo creo que le hablaré, tengo su contacto, tal vez sea la señora Guerrero algún día — Helene chocó su café con el de ella, como brindando. 

— Pues mucha suerte — le dijo casi con sarcasmo. Brenda se relamió los labios. 

— ¿Podrías esperarme aquí un minuto? Debo ir al baño, no creo a aguantar el examen si no voy — Helene asintió y la pelirroja desapareció por la puerta del baño. 

Esperó, esperó y esperó, pero la Brenda no apareció. 

— ¿Dónde se metió? — Faltaban dos minutos para el inicio del examen y Helene ya no podía esperar más, así que se puso de pie, pero la silla se le quedó pegada del trasero — ¡¿Qué?! 

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