136| Recuerdos de guerra.
Helene pilotó el avión saliendo del pueblo, la maleta de Dimitri no era más que una pequeña mochila con cuatro o cinco trapos dentro. Cuando entró al avión Helene lo vio inseguro, claustrofóbico, pero se sentó junto a una ventana en silencio. Ella encendió el motor, comprobó que todo estuviera bien y emprendió la marcha hacia Italia.
Tenían un viaje muy largo que recorrer hasta llegar a Colombia, así que cuando la altura era adecuada, dejó el piloto automático y a Arantza sentada en el asiento de copiloto que jugaba con su teléfono celular, luego salió a la parte de atrás y se sentó frente a la silla de Dimitri. Aurora estaba recostada en la cama estrecha que tenía el avión.
― Lamento todo lo que sucedió ― le dijo ella ― no quería haberte forzado si no querías, pero estoy desesperada ― él asintió, luego se encogió de hombros.
― No importa, las palabras de la mexicana llegaron hondo en mí. Tiene razón, Sara estuviera avergonzada de ver que me escondí y que no volví a ayudar jamás a na