Unos días más tarde los chicos regresaron a casa y le dieron las gracias a su madrastra por haber hecho todo para mantenerles ocupados, desde aventuras acuáticas a hasta documentales sobre animales que sabían que Lucrecia y Priscila odiaban, incluso los habían declarado como problema genético. La mujer se mantuvo pendiente de sus hijos el resto de la semana y esperó con ansias un mensaje, una llamada unas flores que no justificaran nada, pero que hablaran en silencio y dijera lo siento. En su lugar recibió el silencio cargado de silencio.
M A R A T Ó N Cinco comentarios y subo el siguiente