Lucrecia vio al rededor y se dio cuenta de que no estaba cerca de nadie que había caminado lo suficiente al bosque como para que no todo el mundo le escuchase convertirse en una mamá dragón. Recordó el primero vez que tuvo a ese pequeño bebé que salió de su pequeño cuerpo, estaba impresionada, era tan frágil y se había prometido que estaría ahí para su hija todos los días de su vida. Pero acababa de gritarle a su novio porque le había dicho que sus hijos mantenían una relación romántica.