--- Ana Teyssier ---
Miro al hombre que recibe instrucciones por parte del médico; son cosas básicas y muy normales. Puedo ver cómo él pone toda la atención en aquello, tal como si mi vida dependiera de aquello.
Héctor de momentos voltea y me mira, aún no puedo creer lo que ha estado ocurriendo desde hace unas horas.
Héctor y yo nos hemos besado en varias ocasiones y aunque debo confesar que me duele, aquellos besos han ido calmando mi alma. Tengo miedo de decir que eso es lo único que me hacía falta.
Digo que temo, no porque no quiera, más bien, temo porque me da miedo pensar que, aquello solo sea por el momento, me da miedo pensar que Héctor solo esté reaccionando así debido a todo lo que sucedió.
- Bien… Señora Plourde, los dejo para que terminen de alistarse. Tal como lo dije antes, usted se puede retirar y si tuviese algún malestar, solo es cuestión de venir y la revisamos, aunque claramente, ya se han destacado otras contusiones.
- ¡Gracias, doctor! – digo y trato de sonreír, per