Sofía estaba a punto de llegar al salón principal cuando Lucía se abalanzó sobre ella, con los ojos húmedos y enrojecidos.
—¡Puta astuta! —chilló Lucía.
Sofía enarcó una ceja. No se había cruzado con Lucía ni una sola vez esta noche, así que ¿de qué demonios hablaba?
—Julio quiso romper conmigo, pero sé que fue cosa tuya, ¿no? —Lucía volvió a chillar como un neumático silbando sobre el asfalto.
“¿Julio va a romper con Lucía?”, pensó Sofía. Estaba realmente sorprendida. Sólo le había dicho a Julio que no se fiara de Lucía ni de su familia, y ahí estaba, rompiendo con ella. Aun así, sonrió.
—No sé muy bien a qué se refiere, señora Flores.
—¡Deja de hacerte la tonta, Sofía López! Le dijiste a Julio que rompiera conmigo, ¿no?
En cuanto Julio volvió con ella después de hablar con Sofía, había sacado el tema de la ruptura, incluso recalcando que eso no tenía nada que ver con Sofía. ¿Qué? ¿Había tomado a Lucía por idiota?
Sofía soltó una risita y preguntó:
—¿No son socios de Julio César?
—