Rodrigo quería hablar más con Sofía, pero el hombre rubio le estaba apuntando con la pistola. Su intención era evidente; no quería que Rodrigo perdiera el tiempo.
Rodrigo dijo:
—Me dijeron que sólo nos dejarán ir si pagamos 300 millones de dólares cada uno.
—Dile que no hay problema, pero que haremos el intercambio en persona —respondió Sofía.
El hombre rubio escuchó su respuesta por el altavoz y dijo:
—Transfiere el dinero. Le enviaré la cuenta por mensaje de texto más tarde. Recuerde, señorita López, ahora no tiene elección.
Al oír eso, Sofía se mordió los labios, luchando por mantener la compostura.
—Vale. Pero necesito hablar con mi padre. Necesito asegurarme de que está a salvo.
Sabiendo que Bruno había recibido un disparo en el muslo, se iba a preocupar mucho más si no pudiera comprobar que estaba a salvo.
El rubio, pensando en los 600 millones de dólares entrantes, decidió complacerla. Rodrigo le pasó el teléfono a Bruno.
—Sofía, estoy bien.
—Papá, no te preocupes. Te sacaré