—Aunque a ella le guste Antonio, eso no prueba que el niño sea suyo, ¿verdad? Si es suyo, ¿no crees que reconocería al niño?
Sofía no se creía que Antonio fuera tan desalmado.
Sin embargo, a Jaime parecieron divertirle sus palabras.
—Tú sabes mejor que nadie cómo es Antonio. Si no le gusta una mujer, ¿se casará con ella? Apuesto a que Antonio obligará a Mariana a abortar si se entera de que está embarazada.
Sofía estuvo a punto de decir que era imposible, pero pensándolo detenidamente, supo que era probable.
Se mordió el labio y se quedó sin palabras.
Tras un largo silencio, finalmente preguntó:
—¿Qué quieres?
Independientemente de que fuera cierto, tenía que averiguar qué buscaba Jaime.
—Es simple. Quiero que Antonio se case con Mariana. Debe responsabilizarse de sus actos.
No intentaba causarle problemas a Antonio.
Sin embargo, dado que Mariana insistía en dar a luz al niño, lo menos que podía hacer era asegurarse de que el niño tuviera un padre.
Sofía volvió a fruncir el ceño. No p