--- Mauro Jiménez ---
¡Maldita sea! ¡Maldita sea! ¡Lo sabía! ¡Demonios, sí que lo sabía! ¡Siempre estuve solo! Pero esa maldita Elena me va a pagar todas, así me llevé toda la maldita vida, esa idiota me va a pagar con creces lo que acaba de hacerme…
- Señor… Debemos irnos, aquí no es seguro, tal como se lo dije. Una vez que su hermana abrió la boca, Alexander lo comenzó a buscar por todos los medios.
Esta es nuestra última oportunidad para volver a México, de ahí ya nos podremos mover a donde sea… —dice Trevor señalándome el avión privado que ya me esperaba.
- Trevor, tú eres el único en el que puedo confiar… Todas esas pinches viejas me dieron la espalda y ahora, esas estúpidas quedan delante de Alexander como unas pobres inocentes víctimas. —dije lleno de rabia.
Sé perfectamente que, ninguno de ellos nunca me encontrará y sé que en México tengo la última carta que puedo usar.
- ¡No se preocupe, señor! En México ya tenemos todo listo para su llegada, nadie sabe que usted estará ahí