Sebastián
—Aurora, se que solo tenemos un par de horas conociéndonos pero me gustaría que vengas a vivir en la mansión, prometo darte tu espacio y también a que nos conozcamos más, —murmuro esperanzado y mirándola directo a los ojos.
—Yo... Yo...
—Por favor dique si, —pido tomando sus manos y ella se sonroja.
—Esta bien, pero debo ir a casa a buscar mis cosas, —anuncia y yo asiento con una sonrisa.
—Gracias, no te arrepentirás, —beso sus manos y ella sonríe.
(...)
Después de que nos entregaron nuestro pedido volvimos a la casa, yo más feliz que nunca porque mi luna acepto vivir en la mansión. Cuando entramos a la casa siento el olor de mi tía Emili que proviene desde la cocina donde se concentra el de mi madre y hermanos, camino hacia ese lugar sujetando la