Trevor.
Regreso a la oficina y veo a Rose que está sentada en mi silla.
–¿Está enojada? – me pregunta, mordiendo la punta del lápiz que yo estaba usando.
–Si, está cabreada, cree que tú y yo tenemos algo.
–¿Todavía no lo supera? – rueda los ojos y cruza su pierna derecha sobre la izquierda, haciendo que su falda se levanta ligeramente.
Desvió mis ojos de forma inconsciente a la abertura de la falda negra, pero quito la mirada de sus piernas enseguida.
–Pensé que ya era un tema superado, pero nos vio a los dos solos, aquí, tu haciéndome masajes y se imaginó lo peor – chasqueo la lengua – ¡por un demonio! – le doy un golpe al escritorio y camino alrededor de la oficina – y eso no es lo peor de todo.
–¿Ah no?
–No, dijo algo sobre mud