—No me importa, entonces. —Sacó el celular y empezó a marcar—.
 Sabes que en el momento en que su celular timbre, así sea una vez, sabrá que pasa algo.
Así que te doy otra opción: tómate el puto día y soluciona tus mierdas.
 Si me vuelvo a dar cuenta de que la estás jodiendo... —se acercó más a él—
 te voy a joder como no tienes idea.
 Ya para esta estupidez, Renzo.
Renzo lo empujó y fue hacia la puerta rápidamente.
—¡Renzo! —lo volvió a llamar Dante—.
 Cuando vuelvas mañana, espero que no le faltes el respeto a Aurora tampoco.
—Idiota —dijo Renzo antes de tirar la puerta.
«¿Qué, qué, quéeeeeeee...?
 Quedé totalmente sorprendida.
 Dante no dudó de lo que le dije.
 Me siento tan tonta y fuera de lugar».
—Aurora —lo miré.
 —Creo que lo mejor es que te tomes el resto del día.
Asentí y me levanté a recoger mis cosas.
—No, no… Dante, no —dijo Emilia mirándolo—.
 Por favor, deja que se quede. —Empezó a llorar—.
 No quiero lidiar contigo ahora, por favor. —Puso sus manos en la cara.
—¿Quieres