Scott giró su cabeza para ver a Víktor por encima del hombro y lo vio apartar su plato, doblar los codos sobre mesa levantar las manos y cruzarlas para apoyar la barbilla sobre ellas.
–Pitt, deja que pase la Barbie. –Ordenó y cuando Scott pasó por el rubio que media casi dos metros ambos se miraron fijamente.
Scott se sentó una silla delante de Víktor y le había contado todo lo que había escuchado en la lavandería. Víktor le ponía atención sin demostrar ninguna reacción, hasta parecía que le estaba hablando de cómo preparar una tarta y no que alguien estuviera planeando matarlo.
–¿Porque te iba a creer? Frank me ha jurado lealtad hace muchos años. Y a ti no te conozco de nada, eso sin contar que no trago a los n**is. –Víktor escupió y fijó su mirada en los puños de Scott fuertemente apretados sobre la mesa hasta que lo vio ponerse de pie.
–Como veas, no me creas entonces–Rugió de frustración y se giró.
–Vuelve a ponerte de pie sin que te autorice y te corto las dos piernas. ¡Sién