19. Los remordimientos son los peores aliados
He preparado una cena especial para Jorge. Quiero hablar con él.
Preparé su comida favorita. Me he puesto un vestido y arreglado para la ocasión. Duermo a los niños y me dispongo a esperarlo en la sala.
Pasan una, dos y tres horas y Jorge no ha llegado. Comienzo a preocuparme pero no quiero hablarle a sus padres para no preocuparlos. Seguramente anda bebiendo.
Muero de sueño y no resisto más. Me desmaquillo y pongo la pijama y me acuesto a dormir.
Cuando suena mi alarma me levanto de prisa y voy a la habitación de huéspedes. Jorge no llegó.
Tomo el teléfono y le marco una y otra vez. Anoche daba tono pero él no contestaba, ahora ni siquiera entra la llamada.
No es la primera vez que pasa. Me obligo a no preocuparme y comienzo a preparar a los niños. Hoy tendré que llevarlos yo a los dos.
Como las escuelas de Luz y Javier están en polos opuestos de la ciudad, llamo al trabajo para avisar que llegaré tarde. Me perderé la junta de la primera hora. Ni hablar.
Cuando por fin llego