Venganza
Venganza
Por: Rose V. P.
Prólogo

18 años atrás.

Las estrellas estaban inquietas, pululaban en el cielo como si anunciasen que el fin del mundo comenzaría aquella noche, pues la furia de la bruja llegaba incluso hasta las costas provocando grandes oleadas y ventiscas que los habitantes de Aberdeen temían, tanto que las reuniones se vieron interrumpidas para resguardarse en los sótanos.

Lo único que ella quería era el corazón naciente de aquella noche, quien se lo negaba no sería otro ser más que un ángel y algunos de sus compañeros quienes blandían hachas, espadas y bazucas debido a que la bruja no estaba sola, acompañada de una docena de seres inmortales bebedores de sangre, estaba dispuesta a todo con tal de poseer ese corazón, aunque el ángel fuera más poderoso que ella, incluso podía llevar al límite su poder. Sin embargo, aquel brujo primigenio también estaba con el ángel y creaba un escudo que ni ella podría romperlo.

— ¡Ya es hora!

Gritó una mujer al pie de la puerta de la casa blanca, él ángel giró hacia ella, sus ojos verdes previeron la flecha que iba dirigida hacia ella y se apresuró a detenerla con su dedo índice y pulgar, luego, se encargó de lanzar acertadamente una estaca directo al vampiro que había disparado.

Mientras, un hombre de unos treinta se transformaba en un hombre lobo y se pasaba a llevar a los vampiros que se interponían en su camino y a pesar de ser un licántropo con aspecto entre humanoide y bestia, sabía identificar perfectamente a sus amigos y enemigos. La razón de su cambio había sido debida a la bruja, esperando el momento en que él se volviera contra ellos. Sin embargo, no contaba con la ayuda del ángel que lo protegía y procuraba que la razón se mantuviera con él.

— ¡Vamos, todos, ya es hora! —Ordenó el ángel mientras el brujo reforzaba el escudo para resistir hasta el amanecer, impidiendo a la bruja avanzar.

Cuando se puso de pie, observó cómo los vampiros al cruzar dicho límite se deshacían hasta quedar en cenizas. El brujo todo orgulloso sonrió hacia sus compañeros y dijo:

—Siempre quise usar de esos hechizos que mi padre me enseñó.

La bruja solo era humo negro en el cielo, con chispas rojas que reflejaban la furia que sentía, no podía ganar contra un ángel. Sin embargo, por precaución, si decidían usar la luz de la luna llena, decidió bloquearla con densas nubes cargadas de truenos y relámpagos.

Guiados por la mujer que había llamado, bajaron los escalones que había debajo del sótano y cruzaron un largo pasillo iluminado por antorchas en el que conducía hacia una puerta de roble de la cual los jadeos y gritos de una joven mujer. Al abrirse la puerta, se encontraron con otra mujer que iba por la treintena, de cabello negro y ojos rasgados salía diciendo.

—Dense prisa, ¿dónde está Cedric?

—Aquí —respondió el aludido empujando a sus compañeros y entró a la enorme habitación blanca bien iluminada.

En una camilla se encontraba recostada una mujer de cabello casi rojizo debido a la luz clara que le daba directo, su pálida y sudorosa piel les avisaba cuánto era su sufrir, alrededor de sus ojos cafés habían grandes marcas de ojeras, toda su facie consistía solo en dolor a pesar de querer sonreír al ver a su amado.

A los cuatro costados de la camilla, nacidos del suelo estaban pedestales con la punta que terminaba en una ligera flama y unas runas que brillaban en tonos celestes rodeaban el pedestal. La habitación entera parecía un laboratorio debido a los extraños libros en los anaqueles, tarros de cristal llenos de líquidos y cosas viscosas dentro.

—La placenta se va a desprender en pocos minutos, si no actuamos ahora la bebé puede morirse en cualquier momento —Informó otra mujer de cabello rubio y ojos grises con una extraña forma (en ese momento) que estaba preparando lo que se iba a necesitar; agua, hierbas, pociones, libros para hechizos, medicamentos, compresas, mantas, tijeras e hilo y mucha, pero mucha energía humana.

—Aaron, ponte una camisa —sugirió otra mujer de piel oscura, ojos cafés oscuros y cabello negro, la esposa del hombre lobo mientras él entraba solo con un pantalón roto.

—Mabel, esto que vamos a hacer, va a requerir de toda tu fuerza y concentración de tu poder —le habló Cedric a la mujer que estaba sufriendo tomándole la mano en señal de apoyo, mientras que la aludida apenas podía mantenerse despierta.

El oscuro poder que llevaba en su interior estaba comenzando a cegarla, sentía que los latidos de su bebé se iban perdiendo, miró hacia su esposo y éste la miraba como si el mundo que él conocía iba a acabarse. Él sabía y conocía el oscuro poder y había propuesto deshacerse de él cuánto antes, por el bien de su esposa, ella había rechazado esa petición prometiendo soportar el parto y del ritual que harían a continuación.

El ángel había visto a la niña, sería su adoración y temía por ambas, ella se imaginaba a una niña hermosa como su padre, como un ángel, y no podía imaginarse siquiera la idea de perderla.

—Haré todo lo posible —respondió ella apretando los dientes, y su esposo se aproximó a ella, tomándole de la mano, proporcionándole toda la fuerza que le era posible transferir.

— ¿Estarás bien? —Le preguntó, nunca había visto a su esposa sufrir tanto por el dolor.

—Lo estaré, querido. Por ella. —Masculló ella tomándole fuerte la mano de su esposo.

Cedric asintió tomando el pesado tomo que contenía entre sus empolvadas páginas, un hechizo lo suficientemente fuerte para transferir aquel oscuro poder que había tomado por huésped a la madre y se había alterado al tener que compartir el cuerpo con otro ser. Los futuros padres pensaban y tenían la firme idea de que llegaría a controlar dicho poder oscuro, guiándola hacia la luz siendo su naturaleza lo contrario una vez fuera el recipiente.

Las cuatro parejas estaban en los cuatro puntos cardinales, con unos bebés en brazos, pues se requería la inocencia de los bebés para que el recién nacido tuviera la misma esencia de un ser normal.

El brujo tomó el plasma de aspecto verdoso que estaba en un recipiente, estirándola hizo que cubriera el vientre de la madre y comenzó a recitar en un idioma demasiado extraño que ninguno de ellos podían adivinarla, y la extracción del poder había comenzado al manar una luz azulada de la mano de Cedric. Sin embargo, éste se iba tornando negra y se iba enredando como hiedra venenosa entre sus brazos e iba formándose en una masa gelatinosa que flotaba en el aire, recitando con seguridad de nuevo, aquel poder se metió de nuevo al vientre provocando que la mujer gritara de dolor.

—La placenta se ha desprendido —informó la mujer quien estaba recibiendo—, pero el bebé no sale.

— ¡Salven a mi bebé! —Gritó la mujer, llorando.

— ¿Qué pasa? —Preguntó con desesperación el hombre que sostenía a su esposa febril al brujo.

—Sabe que su amo está aquí y se resiste a entrar en un cuerpo desconocido —Explicó, tomando un puñado de piedras blancas sumergidas en agua bendita mezclado con hierbas y comenzó a cantar, sin abrir la boca y cerró los ojos mientras las ponía en el vientre abultado.

El llanto de un nuevo ser hizo que abriera los ojos de un azul pálido, la mujer con demasiada debilidad, sonrió. El ángel rio y lloró al verla, y la madre, al tenerla en sus brazos para el lazo madre-hijo naciera, notó que los ojos del bebé eran negros, sin lo blanco, tuvo miedo, pero cuando esa negrura fue adentrándose hasta dejar unas pupilas verde oscuro, supo que había sido el poder que había entrado en ella.

Ambos contemplaron a su pequeña, a la que debían proteger y si el hechizo efectuado aquella noche no suprimía el poder que tenía dentro, juraron que sería guiada por ellos hasta la Elección, para que la oscuridad no corrompiera su alma.

Rose V. P.

¡Hola, hermosos lectores! Para entender este libro, se debe auxiliar con la primera que es Oscuros Secretos. Formará parte de una Saga. Esta está pensado para cuatro libros, la primera Oscuros Secretos, la segunda Venganza, la tercera Inframundo y la última como Descenso. Espero la disfrutes y la ames como yo lo hago.

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