En un beso suave y apasionado, cierro el capítulo perfecto que acabamos de escribir, sellando con ternura el punto clave de nuestra explosión de placer. Nos separamos y en el silencio, escucho el suspiro que escapa de sus labios mientras ella cierra los ojos, entregada al placer. Me recuesto a su lado, observándola detenidamente, y mi mano se desliza suavemente por su brazo, deleitándome en la textura sedosa de su piel.
— Te amo, Adrien — dice Isabella con un suspiro, mirándome fijamente a los ojos. — Mucho más de lo que jamás he amado a nadie.
— Yo también te amo, mi amor — le respondo con ternura, acariciando suavemente su mejilla. — Eres la mujer que siempre soñé tener a mi lado.
— Me encantaría pasar todo el día pegada a ti, pero debo irme, mi amor. Quedé en reunirme con las chicas para ver los vestidos de damas de honor, y luego iré con mi madre a elegir los arreglos florales — explica, haciendo un puchero adorable.
— Está bien, hermosa. Yo también tengo algunas cosas que hacer,